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El personal es amabilísimo y acogedor. Su responsable está pendiente de cada detalle haciendo que te sientas cuidado y generando un ambiente relajante. La ducha tras un día de playa es un oasis y el desayuno, a la mañana siguiente, un perfecto modo de encender el modo de vacaciones desde primera hora. ¡Genial!

el personal de recepción y limpieza muy amable, muy atentos

No sabría por donde empezar a enumerar las cosas que nos gustaron de este hotel, enclavado en un antiguo edificio con muros de piedra y lleno de rincones, escaleras y acogedores patios cubiertos de vegetación. Los dueños, Massimo y Lea, hicieron todo lo posible por proporcionarnos una estancia inmejorable, incluido reservarnos mesa para cenar en un par de restaurantes que nos recomendaron (y que nos encantaron). El desayuno, muy bueno, se sirve en una terraza con impresionantes vistas sobre el mar, el pueblo y los olivos circundantes. El hotel gestiona la posibilidad de aparcar en las inmediaciones por 15€ al día, previa reserva. En cualquier caso, justo a la entrada del pueblo (o a la salida, si se llega desde el sur) y a 5 minutos andando desde el hotel, existe un amplio aparcamiento municipal gratuito donde se puede dejar el coche sin problema alguno. Aunque el hotel está un tanto escondido (se ubica en el casco antiguo de callejuelas y estrechos pasadizos) te hacen llegar previamente instrucciones muy precisas para encontrarlo, y si es necesario, te van a buscar y te llevan el equipaje. El pueblo de Pisciotta es muy bonito. Puede que no sea tan atractivo (y desde luego no tan famoso) como Positano o Amalfi, pero es tranquilo y auténtico. Te sientes a gusto. Es también una buena base desde la que recorrer la Costa del Cilento.